Una experiencia-piloto : Longwy
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Fecha:
1976Publicado en:
Revista de educación. 1976, n. 247 ; p. 40-51Resumen:
Cabe preguntarse si es inevitable que la infancia resulte siempre decepcionada ¿La escuela que hasta ahora ha sido hecha para los niños, a partir de ahora no podría ser pensada por los niños? Esto es quizá lo más positivo de la experiencia de Lonwy. Hemos querido encontrar una escuela que no haga a los niños sentir animadversión hacia el trabajo. Una escuela hecha a su medida, que les agrade, que sea algo propio de ellos mismos. Así, se hizo la experiencia dura ya más de un año. Es necesario reconocer que no todo es perfecto. Pero no resulta pero que antes. Y es más auténtico, sencillo y humano. No más clases. La clase desde el punto de vista de los niños es el local en que se les encierra durante un año en grupos de treinta y cinco compañeros, siempre los mismos, no importa cual sea la asignatura que se enseña. En nuestro centro solo existen ya clases de especialidades: historia, música, inglés. Todas las aulas resultan asequibles a todos según la demanda. Cada alumno puede ir adonde le parece. Por otro lado, la clase es también el grupo concreto de alumnos que generalmente ocupa un mismo aula polivalente, grupo que puede ser trasladado en su totalidad al estudio a al laboratorio. En nuestro centro este grupo ya no existe. Partiendo del hecho de que ya no existen las clases homogéneas, hemos preferido individualizar la enseñanza y proponer para cada asignatura un programa a la medida de cada uno. De esta manera el grupo se forma de diferentes maneras para cada asignatura. Las agrupaciones se realizan de acuerdo con el nivel o los intereses de los alumnos, según se trate de una investigación, una exposición, una experiencia o una visita. Se necesita tener en cuenta le eventual futuro escolar. Es competencia del profesor coordinador y del Consejo de clase tener cuidado con los alumnos dotados y no dotados para evitar fallos en su futuro.
Cabe preguntarse si es inevitable que la infancia resulte siempre decepcionada ¿La escuela que hasta ahora ha sido hecha para los niños, a partir de ahora no podría ser pensada por los niños? Esto es quizá lo más positivo de la experiencia de Lonwy. Hemos querido encontrar una escuela que no haga a los niños sentir animadversión hacia el trabajo. Una escuela hecha a su medida, que les agrade, que sea algo propio de ellos mismos. Así, se hizo la experiencia dura ya más de un año. Es necesario reconocer que no todo es perfecto. Pero no resulta pero que antes. Y es más auténtico, sencillo y humano. No más clases. La clase desde el punto de vista de los niños es el local en que se les encierra durante un año en grupos de treinta y cinco compañeros, siempre los mismos, no importa cual sea la asignatura que se enseña. En nuestro centro solo existen ya clases de especialidades: historia, música, inglés. Todas las aulas resultan asequibles a todos según la demanda. Cada alumno puede ir adonde le parece. Por otro lado, la clase es también el grupo concreto de alumnos que generalmente ocupa un mismo aula polivalente, grupo que puede ser trasladado en su totalidad al estudio a al laboratorio. En nuestro centro este grupo ya no existe. Partiendo del hecho de que ya no existen las clases homogéneas, hemos preferido individualizar la enseñanza y proponer para cada asignatura un programa a la medida de cada uno. De esta manera el grupo se forma de diferentes maneras para cada asignatura. Las agrupaciones se realizan de acuerdo con el nivel o los intereses de los alumnos, según se trate de una investigación, una exposición, una experiencia o una visita. Se necesita tener en cuenta le eventual futuro escolar. Es competencia del profesor coordinador y del Consejo de clase tener cuidado con los alumnos dotados y no dotados para evitar fallos en su futuro.
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