Quo Vadis, formación universitaria
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2010Publicado en:
Revista española de pedagogía. 2010, año LXVIII, n. 247, septiembre-diciembre ; p. 461-477Resumen:
Se presenta la formación universitaria como objeto de un intenso debate. Salvando las particularidades, por un lado se encuentra una manera de pensar en la formación universitaria que no quiere renunciar a su pasado así como así, que centra su mirada en lo humanístico y cultural, en la excelencia humana; por otro lado se encuentra un discurso que defiende una formación universitaria adaptada a los tiempos que corren, una formación profesional eficaz y eficiente. Ambas concepciones tienen sus bondades, pero también presentan ciertas debilidades y lo que es más importante ninguna de ellas parece ofrecer una explicación completa de la formación universitaria que demanda la posmodernidad. La universidad clásica mantiene vivo el histórico espíritu del fin de la universidad, pero al mismo tiempo se desentiende de la realidad y sus necesidades, cuando, de hecho, la misión de la universidad no tiene sentido en el vacío, sino cuando se encuentra vinculada a un tiempo y un espacio. La universidad progresista acierta cuando se adapta a los tiempos que corren, pero dicha adaptación le aparta de ciertos aspectos formativos que aunque no son útiles en sentido posmoderno, sí que resultan de gran utilidad desde el punto de vista humano.
Se presenta la formación universitaria como objeto de un intenso debate. Salvando las particularidades, por un lado se encuentra una manera de pensar en la formación universitaria que no quiere renunciar a su pasado así como así, que centra su mirada en lo humanístico y cultural, en la excelencia humana; por otro lado se encuentra un discurso que defiende una formación universitaria adaptada a los tiempos que corren, una formación profesional eficaz y eficiente. Ambas concepciones tienen sus bondades, pero también presentan ciertas debilidades y lo que es más importante ninguna de ellas parece ofrecer una explicación completa de la formación universitaria que demanda la posmodernidad. La universidad clásica mantiene vivo el histórico espíritu del fin de la universidad, pero al mismo tiempo se desentiende de la realidad y sus necesidades, cuando, de hecho, la misión de la universidad no tiene sentido en el vacío, sino cuando se encuentra vinculada a un tiempo y un espacio. La universidad progresista acierta cuando se adapta a los tiempos que corren, pero dicha adaptación le aparta de ciertos aspectos formativos que aunque no son útiles en sentido posmoderno, sí que resultan de gran utilidad desde el punto de vista humano.
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