La Carta de la Tierra : un referente de la Década por la Educación para el Desarrollo Sostenible
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2009Publicado en:
Revista de educación. 2009, n. extraordinario ; p. 239-262Resumen:
Se identifican los ejes axiológicos de la educación de una ciudadanía comprometida con los valores y metas de la sostenibilidad. Se analizan tres principios básicos: la identidad humana planetaria, la co-responsabilidad y la compasión. El primero de ellos incorpora la naturaleza al proceso formativo de construcción de la identidad y acepta en él tres dimensiones complementarias: el sentimiento de singularidad, el de identificación con el grupo (diferentes grupos) y el de pertenencia a la comunidad de vida que es el planeta en su diversidad biológica. Respecto al segundo, las cuatro notas que la Carta de la Tierra, avalada por la UNESCO, atribuye al principio de co-responsabilidad -universal, diferenciada, sincrónica y diacrónica- permiten contemplar como acciones morales prácticamente todas aquellas que el ser humano realiza: su relación con los restantes seres vivos (no sólo sus congéneres), su papel como eslabón de la especie, o su huella sobre la naturaleza física; y su responsabilidad glocal (entorno próximo y cósmico), que le obliga a responder de ellas en la medida del propio estatus, capacidad y posibilidades, dando prioridad a una estricta aplicación del principio precautorio (evitar dañar). Finalmente, las consecuencias para la educación del valor de la compasión crítica y comprometida, nos remiten al ámbito de la educación moral: la formación del juicio moral, el desarrollo de la empatía, las habilidades para el diálogo, la escucha activa y la participación social, la capacidad crítica, el respeto por la vida -humana y en su diversidad de formas-, y la experiencia del sufrimiento.
Se identifican los ejes axiológicos de la educación de una ciudadanía comprometida con los valores y metas de la sostenibilidad. Se analizan tres principios básicos: la identidad humana planetaria, la co-responsabilidad y la compasión. El primero de ellos incorpora la naturaleza al proceso formativo de construcción de la identidad y acepta en él tres dimensiones complementarias: el sentimiento de singularidad, el de identificación con el grupo (diferentes grupos) y el de pertenencia a la comunidad de vida que es el planeta en su diversidad biológica. Respecto al segundo, las cuatro notas que la Carta de la Tierra, avalada por la UNESCO, atribuye al principio de co-responsabilidad -universal, diferenciada, sincrónica y diacrónica- permiten contemplar como acciones morales prácticamente todas aquellas que el ser humano realiza: su relación con los restantes seres vivos (no sólo sus congéneres), su papel como eslabón de la especie, o su huella sobre la naturaleza física; y su responsabilidad glocal (entorno próximo y cósmico), que le obliga a responder de ellas en la medida del propio estatus, capacidad y posibilidades, dando prioridad a una estricta aplicación del principio precautorio (evitar dañar). Finalmente, las consecuencias para la educación del valor de la compasión crítica y comprometida, nos remiten al ámbito de la educación moral: la formación del juicio moral, el desarrollo de la empatía, las habilidades para el diálogo, la escucha activa y la participación social, la capacidad crítica, el respeto por la vida -humana y en su diversidad de formas-, y la experiencia del sufrimiento.
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