El papel de las actitudes en el proceso de integración
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Fecha:
1987Publicado en:
Revista de educación. 1987, n. extraordinario ; p. 209-215Resumen:
Para la integración de los niños deficientes es muy importante. La actitud de ellos y su integración. Con frecuencia se confunden las dimensiones cognitivas y afectivas de las actitudes. Los trabajos más conocidos son aquellos que demuestran que cuando un profesor tiene respecto a un alumno concreto una elevada de éxito, tiende a transmitírsela de forma implícita, demostrándole confianza en sus posibilidades; así, se dirige a él con más frecuencia cuando plantea en clase alguna pregunta difícil, le encomienda responsabilidades más delicadas, etcétera; cuando un alumno de este tipo comete algún error el profesor lo achaca a un despiste y le transmite el mensaje de que no pasa nada si se equivoca. En definitiva, estas actitudes por parte de los profesores son percibidas por los niños, convirtiéndose para unos en factor de motivación y para otros en baja confianza en si mismos. Por este motivo se dice, a veces, que las actitudes de los profesores son profecías que se auto realizan, pues gran parte del rendimiento final del niño tiene una elevada relación con las expectativas que el profesor se forma a lo largo del curso respecto a él ; actitudes de los niños no deficientes hacia los deficientes integrados. Interactúan menos de lo que se esperaba; las chicas los aceptan más que los chicos. La integración física por si sola no da como resultado un integración social completa entre los deficientes y los que se desarrollan normalmente y el rechazo de los no deficientes hacia los deficientes no es irremediable. Hay aspectos sobre los que es posible intervenir y que parecen brindar posibilidades prometedoras de cada al cambio de actitudes; por último, las actitudes de los padres influirán decisivamente en sus hijos. Con los padres puede ocurrir lo que con los propios niños : que la integración por si sola no sea suficiente para promover un cambio significativo en las actitudes y expectativas. En este sentido interesan dos tipos de medidas: que los padres de los deficientes participen con los profesores en el esfuerzo por asegurar el éxito de la integración y hacer todo lo posible para abrir las puertas del aula a la presencia de los padres, tanto de los deficientes como de los no deficientes de formas diferentes.
Para la integración de los niños deficientes es muy importante. La actitud de ellos y su integración. Con frecuencia se confunden las dimensiones cognitivas y afectivas de las actitudes. Los trabajos más conocidos son aquellos que demuestran que cuando un profesor tiene respecto a un alumno concreto una elevada de éxito, tiende a transmitírsela de forma implícita, demostrándole confianza en sus posibilidades; así, se dirige a él con más frecuencia cuando plantea en clase alguna pregunta difícil, le encomienda responsabilidades más delicadas, etcétera; cuando un alumno de este tipo comete algún error el profesor lo achaca a un despiste y le transmite el mensaje de que no pasa nada si se equivoca. En definitiva, estas actitudes por parte de los profesores son percibidas por los niños, convirtiéndose para unos en factor de motivación y para otros en baja confianza en si mismos. Por este motivo se dice, a veces, que las actitudes de los profesores son profecías que se auto realizan, pues gran parte del rendimiento final del niño tiene una elevada relación con las expectativas que el profesor se forma a lo largo del curso respecto a él ; actitudes de los niños no deficientes hacia los deficientes integrados. Interactúan menos de lo que se esperaba; las chicas los aceptan más que los chicos. La integración física por si sola no da como resultado un integración social completa entre los deficientes y los que se desarrollan normalmente y el rechazo de los no deficientes hacia los deficientes no es irremediable. Hay aspectos sobre los que es posible intervenir y que parecen brindar posibilidades prometedoras de cada al cambio de actitudes; por último, las actitudes de los padres influirán decisivamente en sus hijos. Con los padres puede ocurrir lo que con los propios niños : que la integración por si sola no sea suficiente para promover un cambio significativo en las actitudes y expectativas. En este sentido interesan dos tipos de medidas: que los padres de los deficientes participen con los profesores en el esfuerzo por asegurar el éxito de la integración y hacer todo lo posible para abrir las puertas del aula a la presencia de los padres, tanto de los deficientes como de los no deficientes de formas diferentes.
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