Educación y desarrollo económico (III)
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1964Publicado en:
Revista de educación. 1964, n. 160 ; p. 49-53Resumen:
Tercera parte de un estudio sobre la relación entre educación y desarrollo económico. En esta parte se analiza la proyección de la educación para el desarrollo de la comunidad. A lo que se debe tender es a un modo armonioso y durable de reciprocidad económico-cultural. Porque de ella no sólo puede esperarse algo tan inmediato como el progreso técnico y la elevación del nivel material de vida, sino una indispensable reestructuración social que asegure el mantenimiento de una nueva y coherente estimativa de los valores permanentes, basada en fundamentos cada vez más justos y equilibrados. Por otro lado también se considera que la educación es el alma nutricia de la sociedad, y el impulso hacia la cultura y el reposo creador. Hace falta esa educación integral-técnica y del espíritu, porque el hombre no es un mero productor, no es un puro trabajador, sino que tiene necesidad de momentos de ocio, de desarrollo de inquietudes y aficiones, dentro de una variadísima gama de posibilidades formativas de su personalidad. La monotonía, la rutina del trabajo mecanizado llega a producir hastío, desgana y embrutecimiento. Se concluye resaltando nuevamente la importancia de la educación en un momento en que se reincorpora al movimiento económico mundial.
Tercera parte de un estudio sobre la relación entre educación y desarrollo económico. En esta parte se analiza la proyección de la educación para el desarrollo de la comunidad. A lo que se debe tender es a un modo armonioso y durable de reciprocidad económico-cultural. Porque de ella no sólo puede esperarse algo tan inmediato como el progreso técnico y la elevación del nivel material de vida, sino una indispensable reestructuración social que asegure el mantenimiento de una nueva y coherente estimativa de los valores permanentes, basada en fundamentos cada vez más justos y equilibrados. Por otro lado también se considera que la educación es el alma nutricia de la sociedad, y el impulso hacia la cultura y el reposo creador. Hace falta esa educación integral-técnica y del espíritu, porque el hombre no es un mero productor, no es un puro trabajador, sino que tiene necesidad de momentos de ocio, de desarrollo de inquietudes y aficiones, dentro de una variadísima gama de posibilidades formativas de su personalidad. La monotonía, la rutina del trabajo mecanizado llega a producir hastío, desgana y embrutecimiento. Se concluye resaltando nuevamente la importancia de la educación en un momento en que se reincorpora al movimiento económico mundial.
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