Purismo y neopurismo en Italia
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1942Publicado en:
Revista nacional de educación. 1942, n. 16 ; p. 9-22Resumen:
A mediados del siglo XX surge una nueva corriente lingüística en Italia, llamada Neopurismo, que intenta remendar los fallos cometidos por los puristas del siglo anterior, en su empeño por mantener de forma estricta la pureza de la lengua italiana. El purismo tradicional trató de impedir todo tipo de novedad en materia de lenguaje, rechazaban helenismos y latinismos, provincialismos, barbarismos y neologismos. Para evitar su introducción en la lengua nacional, recurrieron a las alternativas más dispares, desde sustituirlas por largas perífrasis, hasta sustituirlas por arcaísmos, caídos en desuso largo tiempo atrás. Pero sobre todo, pusieron especial empeño en ignorar el uso del léxico popular y las nuevas formaciones que surgían en el floreciente ámbito tecnológico. La nueva corriente lingüística pretende armonizar en la medida de lo posible la corriente purista con las tendencias del uso en el lenguaje hablado, presentando nuevas actitudes. Entre las novedades se encuentran la aceptación de préstamos especiales en su léxico, por motivos excepcionales, por ejemplo, en el ámbito científico, o porque resultan más elegantes que las nacionales; la adaptación lexicológica de otras palabras extranjeras por necesidad; la aceptación de helenismos y latinismos en el marco del desarrollo científico; y también acepta algunos provincialismos que consideran que enriquecen la lengua nacional, siempre y cuando no exista una palabra italiana para designar ese concepto o cosa. La lengua española y sus lingüistas deben estar alerta ante todas estas novedades, y tomar como modelo las normas italianas para mantener también la pureza del lenguaje español.
A mediados del siglo XX surge una nueva corriente lingüística en Italia, llamada Neopurismo, que intenta remendar los fallos cometidos por los puristas del siglo anterior, en su empeño por mantener de forma estricta la pureza de la lengua italiana. El purismo tradicional trató de impedir todo tipo de novedad en materia de lenguaje, rechazaban helenismos y latinismos, provincialismos, barbarismos y neologismos. Para evitar su introducción en la lengua nacional, recurrieron a las alternativas más dispares, desde sustituirlas por largas perífrasis, hasta sustituirlas por arcaísmos, caídos en desuso largo tiempo atrás. Pero sobre todo, pusieron especial empeño en ignorar el uso del léxico popular y las nuevas formaciones que surgían en el floreciente ámbito tecnológico. La nueva corriente lingüística pretende armonizar en la medida de lo posible la corriente purista con las tendencias del uso en el lenguaje hablado, presentando nuevas actitudes. Entre las novedades se encuentran la aceptación de préstamos especiales en su léxico, por motivos excepcionales, por ejemplo, en el ámbito científico, o porque resultan más elegantes que las nacionales; la adaptación lexicológica de otras palabras extranjeras por necesidad; la aceptación de helenismos y latinismos en el marco del desarrollo científico; y también acepta algunos provincialismos que consideran que enriquecen la lengua nacional, siempre y cuando no exista una palabra italiana para designar ese concepto o cosa. La lengua española y sus lingüistas deben estar alerta ante todas estas novedades, y tomar como modelo las normas italianas para mantener también la pureza del lenguaje español.
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