Dirigir, en España, es morir : resistencias corporativas y estilos de dirección en los centros docentes
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2007Publicado en:
Revista de educación. 2007, n. 344, septiembre-diciembre; p. 511-532Resumen:
La figura del director en los centros de enseñanza españoles se enfrenta a una estrategia de doble cierre profesional que se opone a toda jerarquía interna y a todo control externo, lo cual la hace de difícil desempeño y poco atractiva. La primera consecuencia de esto es la crisis de la institución directiva misma, que se vacía de cualquier contenido real tras la ficción retórica de la llamada dirección participativa. En paralelo, el claustro se presenta ya de hecho como el verdadero detentador del poder en el centro. Ello da lugar a diferentes estilos de dirección, que definimos como abstencionista, contemporizador y carismático. La estrategia antijerárquica es más firmemente sostenida en la escuela pública que en la privada, entre las mujeres que entre los hombres, en la primaria que en la secundaria y por los sindicatos profesionales que por los de clase. Se señalan, en particular, la aparente inconsistencia de este posicionamiento antijerárquico radical entre las mujeres, de un lado, y la tesis tradicional de la relación entre el papel subordinado de las llamadas semiprofesiones y su feminización, del otro; o entre su mayor radicalidad también entre el profesorado de primaria y el menor estatus profesional de éste en comparación con el profesorado de secundaria. Se discute, asimismo, la relación paradójica de esta estrategia con la cultura política mayoritariamente de izquierda de los principales sindicatos del sector. Finalmente, se señalan los efectos disolventes de esta dinámica sobre la organización escolar y sobre la cooperación con las familias y con la comunidad, todo ello en un contexto de creciente necesidad de flexibilidad y apertura por parte de la escuela.
La figura del director en los centros de enseñanza españoles se enfrenta a una estrategia de doble cierre profesional que se opone a toda jerarquía interna y a todo control externo, lo cual la hace de difícil desempeño y poco atractiva. La primera consecuencia de esto es la crisis de la institución directiva misma, que se vacía de cualquier contenido real tras la ficción retórica de la llamada dirección participativa. En paralelo, el claustro se presenta ya de hecho como el verdadero detentador del poder en el centro. Ello da lugar a diferentes estilos de dirección, que definimos como abstencionista, contemporizador y carismático. La estrategia antijerárquica es más firmemente sostenida en la escuela pública que en la privada, entre las mujeres que entre los hombres, en la primaria que en la secundaria y por los sindicatos profesionales que por los de clase. Se señalan, en particular, la aparente inconsistencia de este posicionamiento antijerárquico radical entre las mujeres, de un lado, y la tesis tradicional de la relación entre el papel subordinado de las llamadas semiprofesiones y su feminización, del otro; o entre su mayor radicalidad también entre el profesorado de primaria y el menor estatus profesional de éste en comparación con el profesorado de secundaria. Se discute, asimismo, la relación paradójica de esta estrategia con la cultura política mayoritariamente de izquierda de los principales sindicatos del sector. Finalmente, se señalan los efectos disolventes de esta dinámica sobre la organización escolar y sobre la cooperación con las familias y con la comunidad, todo ello en un contexto de creciente necesidad de flexibilidad y apertura por parte de la escuela.
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