La mujer educadora del hombre
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1975Resumen:
Analizar críticamente el mito educador y falso del culto poético a la mujer, representado en Ortega y Gasset. Así, pues, pretende ante todo examinar la propia actitud de Ortega ante la mujer. Ver cómo a través de la historia los hombres han escrito muchas páginas sobre la mujer hasta quedar convencidos de sus propias generalidades. La fijan como un ser inmutable, con características que sólo pueden afirmarse como circunstanciales en el devenir histórico. En cualquier situación de subdesarrollo científico, el peso de las tradiciones y de la autoridad es decisivo. Los presupuestos ideológicos y criterios de valoración son innamovibles y se atribuyen a las leyes de la naturaleza. La personalidad resulta de la integración de tres centros personales interrelacionados: yo psicosocial; yo del alma; y el yo espiritual, localizados, respectivamente, en tres zonas distintas de nuestra intimidad: vitalidad, alma y espíritu. La mujer no posee capacidad creadora, por lo que es más adaptable al medio socio-cultural que le es impuesto por los hombres, naturalmente. La influencia de la mujer en cuanto educadora irradia en todo el entorno, cuyos cimientos conmueve y transforma. La mujer es un ser, por naturaleza, inmaduro lo cual constituye su esencia. Los caracteres son la resultante de una actualización provocada por el medio de posibilidades dependientes de factores que podríamos llamar biológicos.
Analizar críticamente el mito educador y falso del culto poético a la mujer, representado en Ortega y Gasset. Así, pues, pretende ante todo examinar la propia actitud de Ortega ante la mujer. Ver cómo a través de la historia los hombres han escrito muchas páginas sobre la mujer hasta quedar convencidos de sus propias generalidades. La fijan como un ser inmutable, con características que sólo pueden afirmarse como circunstanciales en el devenir histórico. En cualquier situación de subdesarrollo científico, el peso de las tradiciones y de la autoridad es decisivo. Los presupuestos ideológicos y criterios de valoración son innamovibles y se atribuyen a las leyes de la naturaleza. La personalidad resulta de la integración de tres centros personales interrelacionados: yo psicosocial; yo del alma; y el yo espiritual, localizados, respectivamente, en tres zonas distintas de nuestra intimidad: vitalidad, alma y espíritu. La mujer no posee capacidad creadora, por lo que es más adaptable al medio socio-cultural que le es impuesto por los hombres, naturalmente. La influencia de la mujer en cuanto educadora irradia en todo el entorno, cuyos cimientos conmueve y transforma. La mujer es un ser, por naturaleza, inmaduro lo cual constituye su esencia. Los caracteres son la resultante de una actualización provocada por el medio de posibilidades dependientes de factores que podríamos llamar biológicos.
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