La enseñanza como improvisación
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2023Publicado en:
Teoría de la educación : revista interuniversitaria. Salamanca, 2023. v. 35, n. 2 , julio-diciembre ; p. 139-155Resumen:
Se discute sobre la centralidad de la improvisación en la enseñanza, basándose en particular en lecturas de Cassin (2014, 2020), Rancière (1991, 1999, 2020) y Bailey (1992). El punto de partida es que no puede haber enseñanza sin improvisación, es decir, la delicada práctica de responder a, situar y sintonizar con sucesos dentro de los encuentros educativos que no pueden preverse, sino que requieren constantemente la atención y acción aplicando la más refinada virtud del intelecto. Se siguen las premisas de los primeros sofistas, para los que la improvisación implicaba la capacidad de hablar sobre cualquier cosa dejándose guiar por la oportunidad (Cassin, 2014). Se afirma que la improvisación del profesor sofista es una virtud intelectual y corporal que requiere tanto disciplina como poêsis, y tanto technê como praxis. La improvisación como una forma específica de performatividad educativa. De la mano de Rancière (1991, 2020), DiPiero (2020) y Bailey (1992), se trata de mostrar cómo la improvisación en la enseñanza conecta con los sentidos y pone en marcha simultáneamente la compartición y la unicidad de la sensación como tal, reflejada en el concepto de Rancière de le partage du sensible (la división de lo sensible). La improvisación, para concluir, puede entenderse como el producto de encuentros contingentes entre sujetos, objetos y entornos, donde emerge en la ruptura entre forma y contenido (DiPiero, 2020). De este modo, permite otras formas de hablar y estar en el mundo que las que desea la institucionalización de un determinado orden político (fijando un partage du sensible particular e innegociable) y por tanto se convierte en un elemento central en una realización democrática de la práctica de la enseñanza.
Se discute sobre la centralidad de la improvisación en la enseñanza, basándose en particular en lecturas de Cassin (2014, 2020), Rancière (1991, 1999, 2020) y Bailey (1992). El punto de partida es que no puede haber enseñanza sin improvisación, es decir, la delicada práctica de responder a, situar y sintonizar con sucesos dentro de los encuentros educativos que no pueden preverse, sino que requieren constantemente la atención y acción aplicando la más refinada virtud del intelecto. Se siguen las premisas de los primeros sofistas, para los que la improvisación implicaba la capacidad de hablar sobre cualquier cosa dejándose guiar por la oportunidad (Cassin, 2014). Se afirma que la improvisación del profesor sofista es una virtud intelectual y corporal que requiere tanto disciplina como poêsis, y tanto technê como praxis. La improvisación como una forma específica de performatividad educativa. De la mano de Rancière (1991, 2020), DiPiero (2020) y Bailey (1992), se trata de mostrar cómo la improvisación en la enseñanza conecta con los sentidos y pone en marcha simultáneamente la compartición y la unicidad de la sensación como tal, reflejada en el concepto de Rancière de le partage du sensible (la división de lo sensible). La improvisación, para concluir, puede entenderse como el producto de encuentros contingentes entre sujetos, objetos y entornos, donde emerge en la ruptura entre forma y contenido (DiPiero, 2020). De este modo, permite otras formas de hablar y estar en el mundo que las que desea la institucionalización de un determinado orden político (fijando un partage du sensible particular e innegociable) y por tanto se convierte en un elemento central en una realización democrática de la práctica de la enseñanza.
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