Voluntariado : antídoto contra la soledad de las personas con sordoceguera
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2022Publicado en:
RED visual : revista especializada en discapacidad visual. 2022, n. 80, diciembre ; p. 232-242Resumen:
Se expone una forma de intervenir en el caso de una afiliada adulta reconocida con la condición de sordoceguera cuya forma de comunicarse es a través de la lengua de signos, aunque, en este caso, sea un lenguaje más gestual que ha desarrollado de forma natural en el núcleo familiar, lo que dificulta, en gran medida, su interacción con el resto de los usuarios de lengua de signos. Todo ello en un contexto de pandemia, en el que el contacto físico, fundamental para una persona sordociega, se ha visto limitado por las recomendaciones sanitarias. Se ha tomado como recurso de apoyo el servicio de voluntariado de la ONCE para que la afiliada accediese a los Servicios de Atención Personal ofrecidos por la entidad, así como a cualquier otro servicio que precisara utilizar en la capital de provincia. Ha sido imprescindible la coordinación entre el profesional especialista en sordoceguera que atiende la provincia, la trabajadora social, también la persona responsable del Servicio de Voluntariado y la mediadora comunicativa, recurso fundamental facilitado por la ONCE a través de su Fundación de Atención a Personas con Sordoceguera (FOAPS). La primera dificultad encontrada es la ausencia de voluntarios con formación en atención a personas sordociegas. Se ha implicado a ayuntamientos, mancomunidad de municipios y servicios sociales comunitarios. Los resultados han ido mucho más allá del caso con el que se inició, ya que sordoceguera y soledad, agravada esta por el aislamiento en un entorno rural, van de la mano.
Se expone una forma de intervenir en el caso de una afiliada adulta reconocida con la condición de sordoceguera cuya forma de comunicarse es a través de la lengua de signos, aunque, en este caso, sea un lenguaje más gestual que ha desarrollado de forma natural en el núcleo familiar, lo que dificulta, en gran medida, su interacción con el resto de los usuarios de lengua de signos. Todo ello en un contexto de pandemia, en el que el contacto físico, fundamental para una persona sordociega, se ha visto limitado por las recomendaciones sanitarias. Se ha tomado como recurso de apoyo el servicio de voluntariado de la ONCE para que la afiliada accediese a los Servicios de Atención Personal ofrecidos por la entidad, así como a cualquier otro servicio que precisara utilizar en la capital de provincia. Ha sido imprescindible la coordinación entre el profesional especialista en sordoceguera que atiende la provincia, la trabajadora social, también la persona responsable del Servicio de Voluntariado y la mediadora comunicativa, recurso fundamental facilitado por la ONCE a través de su Fundación de Atención a Personas con Sordoceguera (FOAPS). La primera dificultad encontrada es la ausencia de voluntarios con formación en atención a personas sordociegas. Se ha implicado a ayuntamientos, mancomunidad de municipios y servicios sociales comunitarios. Los resultados han ido mucho más allá del caso con el que se inició, ya que sordoceguera y soledad, agravada esta por el aislamiento en un entorno rural, van de la mano.
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