¿La letra con sangre entra?
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Fecha:
2020Publicado en:
Cuadernos de pedagogía. Barcelona, 2020, n. 510, junio ; p. 128-131Resumen:
No hay virtud pedagógica en el castigo, sea físico o emocional. Lo que funciona es la motivación intrínseca: propósito, autonomía y maestría. Dicho en otras palabras: el sentido de lo que hacemos, la libertad y el aprendizaje. Sin embargo, en España hay un 40% de jefes tóxicos, que se dedican a amenazar, a gritar e incluso a humillar a quienes consideran «subordinados». Cuatro de cada diez, nada menos. Y tan solo un 16% de auténticos líderes que inspiran, que integran los equipos, que fomentan la imaginación como base para la innovación y que utilizan adecuadamente su intuición.
No hay virtud pedagógica en el castigo, sea físico o emocional. Lo que funciona es la motivación intrínseca: propósito, autonomía y maestría. Dicho en otras palabras: el sentido de lo que hacemos, la libertad y el aprendizaje. Sin embargo, en España hay un 40% de jefes tóxicos, que se dedican a amenazar, a gritar e incluso a humillar a quienes consideran «subordinados». Cuatro de cada diez, nada menos. Y tan solo un 16% de auténticos líderes que inspiran, que integran los equipos, que fomentan la imaginación como base para la innovación y que utilizan adecuadamente su intuición.
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