Televisión y educación : un desafío posible
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1997Publicado en:
Aula : revista de pedagogía de la Universidad de Salamanca. 1997, v. 9 ; p. 139-161Resumen:
La televisión es el medio «estrella» de comunicación de masas en el entorno social de Occidente, y en nuestro país la oferta televisiva ha aumentado notablemente en los últimos años. Para algunos, la televisión ha pasado a ser el objeto predilecto de las críticas más variadas y «chivo expiatorio» de todos los males de la sociedad; para otros, esta «caja» no es más que un inocuo electrodoméstico que informa y entretiene; finalmente son pocos los que creen que la televisión debe comenzar a ser considerada como una oportunidad para la democratización del poder y la cultura, para la amplificación de los sentidos, para la potenciación del aprendizaje. De lo que no cabe duda es de que la televisión hoy es un instrumento privilegiado de socialización y de transmisión de ideologías y valores. Y ante esta realidad, la institución escolar y familiar ha estado asistiendo impasible al proceso de penetración de la «cultura televisiva», sin ofrecer a las nuevas generaciones formas de interpretación y de análisis crítico. Se ha acusado a la televisión de los muchos males que aquejan a la sociedad actual y se le atribuyen incluso responsabilidades en el fracaso escolar. Es decir, se reconoce su enorme poder pero se educa como si no existiese. Por esto, se ofrecen algunas pautas de actuación orientadas a conseguir que padres y educadores abandonen esas actitudes apocalípticas y tremendistas ante la televisión y comiencen a ver en este medio más a un cómplice que a un temido adversario. Educar desde la familia y la escuela, es la única forma de conseguir una adecuada integración de la televisión en la vida de nuestros niños.
La televisión es el medio «estrella» de comunicación de masas en el entorno social de Occidente, y en nuestro país la oferta televisiva ha aumentado notablemente en los últimos años. Para algunos, la televisión ha pasado a ser el objeto predilecto de las críticas más variadas y «chivo expiatorio» de todos los males de la sociedad; para otros, esta «caja» no es más que un inocuo electrodoméstico que informa y entretiene; finalmente son pocos los que creen que la televisión debe comenzar a ser considerada como una oportunidad para la democratización del poder y la cultura, para la amplificación de los sentidos, para la potenciación del aprendizaje. De lo que no cabe duda es de que la televisión hoy es un instrumento privilegiado de socialización y de transmisión de ideologías y valores. Y ante esta realidad, la institución escolar y familiar ha estado asistiendo impasible al proceso de penetración de la «cultura televisiva», sin ofrecer a las nuevas generaciones formas de interpretación y de análisis crítico. Se ha acusado a la televisión de los muchos males que aquejan a la sociedad actual y se le atribuyen incluso responsabilidades en el fracaso escolar. Es decir, se reconoce su enorme poder pero se educa como si no existiese. Por esto, se ofrecen algunas pautas de actuación orientadas a conseguir que padres y educadores abandonen esas actitudes apocalípticas y tremendistas ante la televisión y comiencen a ver en este medio más a un cómplice que a un temido adversario. Educar desde la familia y la escuela, es la única forma de conseguir una adecuada integración de la televisión en la vida de nuestros niños.
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