Ansiedad y pesadillas en los niños
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1982Resumen:
Estudiar como los niños, aún en los primeros años, no sólo experimentan impulsos sexuales y ansiedad, sino que sufren también grandes desilusiones manifestándose en el sueño 'como camino real' de acceso al inconsciente y más concretamente en su expresión de emoción más intensa: la pesadilla. Las pesadillas son manifestaciones de ansiedad aguda nocturna. Dicha ansiedad que las originan, acompaña a toda existencia humana. De manera que lo más significativo con respecto a la ansiedad, no es su presencia o su cantidad, sino la 'capacidad del yo para dominar dicha ansiedad'. No es la ansiedad normal lo peligroso ni lo palológico para el niño, sino un yo débil, que no ha podido equilibrar las dos fuerzas antagónicas (progresión y regresión) para lograr una ansiedad normal, que le servirá como señal ante un peligro real. En la tarea de ayudar a conseguir que el niño aprenda a fortalecer su yo, es la madre, la que sobre todo puede estimular al niño a desarrollar sus sanas fuerzas del desarrollo hacia un yo fuerte o hacerle un ser impotente, en el que imperen sus fuerzas regresivas, en el que no se haya dado todavía la positiva ruptura madre-niño y se encuentre en aquella primitiva situación de 'indefensión y abandono' porque dependa de la madre. Si la madre es capaz de plantearse esto cuando tenga que ir todas las noches a aliviar a su hijo que ansioso, le llama desesperadamente, tras una pesadilla, sabrá comprender que estimulando lo positivo en el niño y no sólo reprimiendo, le hará sentirse con más confianza en sí mismo y emprenderá él solo con todas sus fuerzas la lucha por un buen equilibrio de la ansiedad. Así dichas pesadillas que pueden presentarse en un principio como aviso de una ansiedad normal pueden agravarse y, convertirse en patológicas por no llegar a la raíz del problema y dar un exceso de mimo y de dependencia a ese niño que asustado nos reclama todas las noches.
Estudiar como los niños, aún en los primeros años, no sólo experimentan impulsos sexuales y ansiedad, sino que sufren también grandes desilusiones manifestándose en el sueño 'como camino real' de acceso al inconsciente y más concretamente en su expresión de emoción más intensa: la pesadilla. Las pesadillas son manifestaciones de ansiedad aguda nocturna. Dicha ansiedad que las originan, acompaña a toda existencia humana. De manera que lo más significativo con respecto a la ansiedad, no es su presencia o su cantidad, sino la 'capacidad del yo para dominar dicha ansiedad'. No es la ansiedad normal lo peligroso ni lo palológico para el niño, sino un yo débil, que no ha podido equilibrar las dos fuerzas antagónicas (progresión y regresión) para lograr una ansiedad normal, que le servirá como señal ante un peligro real. En la tarea de ayudar a conseguir que el niño aprenda a fortalecer su yo, es la madre, la que sobre todo puede estimular al niño a desarrollar sus sanas fuerzas del desarrollo hacia un yo fuerte o hacerle un ser impotente, en el que imperen sus fuerzas regresivas, en el que no se haya dado todavía la positiva ruptura madre-niño y se encuentre en aquella primitiva situación de 'indefensión y abandono' porque dependa de la madre. Si la madre es capaz de plantearse esto cuando tenga que ir todas las noches a aliviar a su hijo que ansioso, le llama desesperadamente, tras una pesadilla, sabrá comprender que estimulando lo positivo en el niño y no sólo reprimiendo, le hará sentirse con más confianza en sí mismo y emprenderá él solo con todas sus fuerzas la lucha por un buen equilibrio de la ansiedad. Así dichas pesadillas que pueden presentarse en un principio como aviso de una ansiedad normal pueden agravarse y, convertirse en patológicas por no llegar a la raíz del problema y dar un exceso de mimo y de dependencia a ese niño que asustado nos reclama todas las noches.
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