Autodeterminación y la tercera generación de prácticas de inclusión
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2009Publicado en:
Revista de educación. 2009, n. 349, mayo-agosto ; p. 45-67Resumen:
La confluencia de presiones ejercidas por los esfuerzos mundiales en reformar las escuelas, avances en investigación, prácticas respecto a autodeterminación, aprendizaje dirigido a los estudiantes, y nuevos modos de pensar y conceptualizar discapacidad requieren que nosotros, como educadores, reconsideremos nuestros enfoques históricos y modelos de intervención, y dejemos de crear programas para estudiantes basados en sus etiquetas para pasar a diseñar verdaderos apoyos generalizados; dejemos de crear servicios gregarios, separados, para implementar prácticas de inclusión; dejemos de centrarnos en las discapacidades de los estudiantes y sus deficiencias para centrarnos en sus puntos fuertes. Estas influencias han llevado a las prácticas de inclusión de tercera generación. Las prácticas de inclusión de primera generación se centraron en cambiar estudiantes de situaciones gregarias a clases de inclusión. Las prácticas de inclusión de segunda generación se centraron en desarrollar y validar estrategias para apoyar a estudiantes con discapacidades en clases de inclusión. Las prácticas de inclusión de tercera generación cambiaron su enfoque, del lugar donde un estudiante es educado a lo que aprende el estudiante. En el centro de las prácticas de inclusión de tercera generación se presta atención a promover y resaltar la autodeterminación de todos los estudiantes, incluso la de estudiantes con discapacidades y necesidades especiales, asegurando que el currículo está diseñado universalmente y la instrucción es flexible para todos los estudiantes, implementando intervenciones en toda la escuela que benefician a todos los estudiantes, tales como apoyos de comportamiento positivo; y a crear una visión de escuelas que incluyen a todos los estudiantes. La investigación en este tema sugiere que la implementación de las prácticas de inclusión de tercera generación permite a los estudiantes alcanzar mayor acceso al currículo de la educación general; llevará a resultados más positivos en la educación y como adultos dará más poder a los estudiantes al permitirles dirigir sus propias vidas más eficazmente. Similarmente, la investigación muestra que los estudiantes que terminan la escuela siendo jóvenes con autodeterminación alcanzan resultados más positivos como adultos y alcanzan una mejor calidad de vida y mayor satisfacción en su estilo de vida.
La confluencia de presiones ejercidas por los esfuerzos mundiales en reformar las escuelas, avances en investigación, prácticas respecto a autodeterminación, aprendizaje dirigido a los estudiantes, y nuevos modos de pensar y conceptualizar discapacidad requieren que nosotros, como educadores, reconsideremos nuestros enfoques históricos y modelos de intervención, y dejemos de crear programas para estudiantes basados en sus etiquetas para pasar a diseñar verdaderos apoyos generalizados; dejemos de crear servicios gregarios, separados, para implementar prácticas de inclusión; dejemos de centrarnos en las discapacidades de los estudiantes y sus deficiencias para centrarnos en sus puntos fuertes. Estas influencias han llevado a las prácticas de inclusión de tercera generación. Las prácticas de inclusión de primera generación se centraron en cambiar estudiantes de situaciones gregarias a clases de inclusión. Las prácticas de inclusión de segunda generación se centraron en desarrollar y validar estrategias para apoyar a estudiantes con discapacidades en clases de inclusión. Las prácticas de inclusión de tercera generación cambiaron su enfoque, del lugar donde un estudiante es educado a lo que aprende el estudiante. En el centro de las prácticas de inclusión de tercera generación se presta atención a promover y resaltar la autodeterminación de todos los estudiantes, incluso la de estudiantes con discapacidades y necesidades especiales, asegurando que el currículo está diseñado universalmente y la instrucción es flexible para todos los estudiantes, implementando intervenciones en toda la escuela que benefician a todos los estudiantes, tales como apoyos de comportamiento positivo; y a crear una visión de escuelas que incluyen a todos los estudiantes. La investigación en este tema sugiere que la implementación de las prácticas de inclusión de tercera generación permite a los estudiantes alcanzar mayor acceso al currículo de la educación general; llevará a resultados más positivos en la educación y como adultos dará más poder a los estudiantes al permitirles dirigir sus propias vidas más eficazmente. Similarmente, la investigación muestra que los estudiantes que terminan la escuela siendo jóvenes con autodeterminación alcanzan resultados más positivos como adultos y alcanzan una mejor calidad de vida y mayor satisfacción en su estilo de vida.
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