Borges y el elemento sajón
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Fecha:
1981Publicado en:
Revista de bachillerato. 1981, suplemento del n. 20 ; p. 68-69Resumen:
Se estudia la figura de Borges en relación con la cultura sajona. Se parte de la obra de Borges titulada Literaturas Germánicas Medievales, en la que con aparente sencillez, se reúnen en un libro cosas que ya están escritas hace siglos. En ese libro, hay un capítulo dedicado a la primera literatura inglesa, en el que Borges reseña la batalla de Maldón. Refiriéndose precisamente a la batalla de Maldón, dijo en cierta ocasión que después de haber leído muchas veces un poema como el de Maldón, uno podía autoconcederse al menos la gracia de verlo o de vivirlo. Esa parece ser, en realidad, la clave de su cosmos: en la consciencia de que hay numerosísimos compartimentos del tiempo que desea explorar, pero intuyendo también lo imposible de dedicarle una vida entera a cada uno. Borges ve el poliedro de la Historia en una contradicción huidiza entre lo sucesivo y lo simultáneo. El origen de todo ello está en la belleza. Borges encuentra en el mundo sajón una belleza balsámica a sus dudas. En realidad, parece una cuestión filosófica: se trata de saber si las fuerzas de la belleza, sin más pretensiones aparentes, son tan magnéticas como las fuerzas de la verdad, que a Borges, probablemente, le dan miedo. O tal vez trata de no ver más verdad que la belleza. En cualquier caso, hay un poema que se titula Islandia al alba, que queda como ultimátum, para reivindicar el derecho a soñar y a asir con la memoria del sentimiento el poder evocador de lo que ya no está delante de los ojos.
Se estudia la figura de Borges en relación con la cultura sajona. Se parte de la obra de Borges titulada Literaturas Germánicas Medievales, en la que con aparente sencillez, se reúnen en un libro cosas que ya están escritas hace siglos. En ese libro, hay un capítulo dedicado a la primera literatura inglesa, en el que Borges reseña la batalla de Maldón. Refiriéndose precisamente a la batalla de Maldón, dijo en cierta ocasión que después de haber leído muchas veces un poema como el de Maldón, uno podía autoconcederse al menos la gracia de verlo o de vivirlo. Esa parece ser, en realidad, la clave de su cosmos: en la consciencia de que hay numerosísimos compartimentos del tiempo que desea explorar, pero intuyendo también lo imposible de dedicarle una vida entera a cada uno. Borges ve el poliedro de la Historia en una contradicción huidiza entre lo sucesivo y lo simultáneo. El origen de todo ello está en la belleza. Borges encuentra en el mundo sajón una belleza balsámica a sus dudas. En realidad, parece una cuestión filosófica: se trata de saber si las fuerzas de la belleza, sin más pretensiones aparentes, son tan magnéticas como las fuerzas de la verdad, que a Borges, probablemente, le dan miedo. O tal vez trata de no ver más verdad que la belleza. En cualquier caso, hay un poema que se titula Islandia al alba, que queda como ultimátum, para reivindicar el derecho a soñar y a asir con la memoria del sentimiento el poder evocador de lo que ya no está delante de los ojos.
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