El razonamiento científico en un currículo de ciencias integrado
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1996Publicado en:
Revista de educación. 1996, n. 310 ; p. 43-62Resumen:
Un currículo de ciencias integrado serán adecuado a los actuales cambios sociales y educativos en la medida que haga transparente la racionalidad en la que se basa, refleje la complejidad y multiplicidad de la realidad, explicite el debate de valores en conflicto que subyace a los impactos de la ciencia y la tecnología y, finalmente aúne a los individuos y a la sociedad de recursos y estrategias para abordar racionalmente los problemas que sin duda surgirán del actual, proceso de cambio. De todo ello se deduce que: la cultura científica debe ser un bien tangible en la valoración de las sociedades postindustriales, del mismo modo que lo es el índice de población que lee periódicamente obras literarias, la cultura científica debe tener un ubicación en el sistema educativo, más allá de la mera divulgación de temas científicos, debe concretarse en contenidos específicos que enlacen teoría y práctica con sus impactos en la vida de las personas y de las sociedades; la forma más correcta de presentar estos contenidos es mediante estrategias que posibiliten los distintos niveles de integración en su aprendizaje. Esta integración no debería ser un fin en si mismo, sino ser el modo en que mejor se explicitan los valores, principios y procedimientos de la racionalidad científica. Esta última no es absoluta y debe construir niveles de la enseñanza obligatoria, como elaboración personal de cada estudiantes, el fin último de la racionalidad científica es posibilitar una comprensión fundamentada, crítica y argumentable del mundo y sus problemas.
Un currículo de ciencias integrado serán adecuado a los actuales cambios sociales y educativos en la medida que haga transparente la racionalidad en la que se basa, refleje la complejidad y multiplicidad de la realidad, explicite el debate de valores en conflicto que subyace a los impactos de la ciencia y la tecnología y, finalmente aúne a los individuos y a la sociedad de recursos y estrategias para abordar racionalmente los problemas que sin duda surgirán del actual, proceso de cambio. De todo ello se deduce que: la cultura científica debe ser un bien tangible en la valoración de las sociedades postindustriales, del mismo modo que lo es el índice de población que lee periódicamente obras literarias, la cultura científica debe tener un ubicación en el sistema educativo, más allá de la mera divulgación de temas científicos, debe concretarse en contenidos específicos que enlacen teoría y práctica con sus impactos en la vida de las personas y de las sociedades; la forma más correcta de presentar estos contenidos es mediante estrategias que posibiliten los distintos niveles de integración en su aprendizaje. Esta integración no debería ser un fin en si mismo, sino ser el modo en que mejor se explicitan los valores, principios y procedimientos de la racionalidad científica. Esta última no es absoluta y debe construir niveles de la enseñanza obligatoria, como elaboración personal de cada estudiantes, el fin último de la racionalidad científica es posibilitar una comprensión fundamentada, crítica y argumentable del mundo y sus problemas.
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