Una experiencia de aprendizaje por investigación directa del medio en la formación de maestros
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1987Publicado en:
Revista de educación. 1987, n. 284 ; p. 273-294Resumen:
Se trata de orientar la práctica de los maestros para que puedan llegar a encontrar unas respuestas válidas para el contexto particular en el que cada uno desarrollará su trabajo. Nuestra experiencia está condicionada por un conjunto de factores que podríamos agrupar en dos tipos: 1. Las limitaciones que tienen su origen en el sistema educativo e inciden sobre los alumnos; 2. Las que con idéntico origen influyen sobre nosotros mismos. De entre las primeras destacan las calificaciones, sus efectos demoledores. La tarea más compleja con la que nos enfrentamos es la de desbloquear al alumno y liberar sus posibilidades de creación e imaginación, luchando contra sus hábitos académicos y la obsesión, lógica por sus calificaciones. Lo que supone un desgaste de energías único, sobre todo si tenemos en cuenta que al factor notas se le unen otros como la existencia de unos planes de estudio muy inadecuados y unos horarios sobrecargados que colocan al alumno en una situación difícil. Pero el sistema educativo ha influido e influye sobre nosotros. La superación de obstáculos, etcétera, para alcanzar una profesionalidad nos ha restado unas energías bien empleadas, que podrían haberse dirigido hacia la resolución de aquellas cuestiones que hasta ese momento no hemos sido capaces de abordar. Deberíamos incrementar nuestro conocimiento sobre la evolución de actitudes y valores de los alumnos a lo largo de un proceso educativo con nosotros; idem respecto a las representaciones espontáneas de los alumnos y su relación con los conocimientos memorizados; mejorar nuestros procedimientos y análisis de las conductas y producciones; completar el modelo didáctico reforzando sus puntos débiles. Debemos contribuir a un tipo de escuela que favorezca el desarrollo intelectual y la madurez personal, de forma que cada vez un número mayor de personas se apropien del saber y de la ciencia, lo que nos acercará, sin duda, hacia la democratización del poder.
Se trata de orientar la práctica de los maestros para que puedan llegar a encontrar unas respuestas válidas para el contexto particular en el que cada uno desarrollará su trabajo. Nuestra experiencia está condicionada por un conjunto de factores que podríamos agrupar en dos tipos: 1. Las limitaciones que tienen su origen en el sistema educativo e inciden sobre los alumnos; 2. Las que con idéntico origen influyen sobre nosotros mismos. De entre las primeras destacan las calificaciones, sus efectos demoledores. La tarea más compleja con la que nos enfrentamos es la de desbloquear al alumno y liberar sus posibilidades de creación e imaginación, luchando contra sus hábitos académicos y la obsesión, lógica por sus calificaciones. Lo que supone un desgaste de energías único, sobre todo si tenemos en cuenta que al factor notas se le unen otros como la existencia de unos planes de estudio muy inadecuados y unos horarios sobrecargados que colocan al alumno en una situación difícil. Pero el sistema educativo ha influido e influye sobre nosotros. La superación de obstáculos, etcétera, para alcanzar una profesionalidad nos ha restado unas energías bien empleadas, que podrían haberse dirigido hacia la resolución de aquellas cuestiones que hasta ese momento no hemos sido capaces de abordar. Deberíamos incrementar nuestro conocimiento sobre la evolución de actitudes y valores de los alumnos a lo largo de un proceso educativo con nosotros; idem respecto a las representaciones espontáneas de los alumnos y su relación con los conocimientos memorizados; mejorar nuestros procedimientos y análisis de las conductas y producciones; completar el modelo didáctico reforzando sus puntos débiles. Debemos contribuir a un tipo de escuela que favorezca el desarrollo intelectual y la madurez personal, de forma que cada vez un número mayor de personas se apropien del saber y de la ciencia, lo que nos acercará, sin duda, hacia la democratización del poder.
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