Transición a la vida adulta y activa de las personas con discapacidad
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Fecha:
2003Publicado en:
Bordón. 2003, v. 55, n. 1 ; p. 115-132Resumen:
La transición a la vida adulta y activa de las personas con discapacidad es un proceso complejo, en el cual intervienen distintas variables y circunstancias. Este proceso, desde la infancia a la edad adulta, es común a toda la población y, en el caso de las personas con discapacidad, tiene una mayor relevancia, pues las dificultades y barreras que impiden su acceso al mundo de los adultos son más significativas y tienen una mayor trascendencia. Esta transmisión acaba cuando la persona obtiene un puesto de trabajo remunerado, pero ello exige un largo proceso de formación general y profesional que facilite el acceso a empleos cualificados y con retribuciones suficientes. Este proceso exige un cambio en las actitudes de la sociedad, en general, y de los empleadores, en particular, para creer en las posibilidades productivas y humanas de las personas con discapacidad, que dependen, no tanto de sus propias limitaciones individuales, sino de las condiciones del contexto en el que se desenvuelven. Para el tránsito de la vía adulta de las personas con discapacidad supone un pilar básico la consecución de un trabajo, pero no el único; es importante también potenciar los conceptos de autodeterminación y calidad de vida como variables clave para su inclusión social en igualdad de condiciones.
La transición a la vida adulta y activa de las personas con discapacidad es un proceso complejo, en el cual intervienen distintas variables y circunstancias. Este proceso, desde la infancia a la edad adulta, es común a toda la población y, en el caso de las personas con discapacidad, tiene una mayor relevancia, pues las dificultades y barreras que impiden su acceso al mundo de los adultos son más significativas y tienen una mayor trascendencia. Esta transmisión acaba cuando la persona obtiene un puesto de trabajo remunerado, pero ello exige un largo proceso de formación general y profesional que facilite el acceso a empleos cualificados y con retribuciones suficientes. Este proceso exige un cambio en las actitudes de la sociedad, en general, y de los empleadores, en particular, para creer en las posibilidades productivas y humanas de las personas con discapacidad, que dependen, no tanto de sus propias limitaciones individuales, sino de las condiciones del contexto en el que se desenvuelven. Para el tránsito de la vía adulta de las personas con discapacidad supone un pilar básico la consecución de un trabajo, pero no el único; es importante también potenciar los conceptos de autodeterminación y calidad de vida como variables clave para su inclusión social en igualdad de condiciones.
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