La educación centrada en el encuentro como forma singular de innovación
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2022Publicado en:
ESE. Estudios sobre educación. 2022, v. 43 ; p. 47-64Resumen:
Se analizan los requisitos antropológicos y psicológicos necesarios para que se dé la innovación tanto en el acto educativo como en los actores que participan en él, a partir del pensamiento de autores como Leonardo Polo y Erik H. Erikson. Según Polo, la persona innova gracias a que es libre, co-existente, capaz de un conocimiento personal y de crecer en el amor. Erikson plantea los siguientes presupuestos psicológicos para que se dé la innovación: que la persona viva la experiencia de la confianza básica por la cual se puede fiar de los otros y del mundo en general, que experimente el deseo de desarrollar su autoría asumiendo las intenciones del otro y que la transformación del mundo que se propone como innovadora se supedite a la intensificación de las relaciones personales. Se considera que todos estos requisitos acontecen en el contexto de la interacción humana, pero no en cualquier interacción sino en aquella que busca el encuentro interpersonal. Se defiende que la innovación no es algo externo que se `lleva¿ al aula, sino que se `da¿ en el aula, es decir, el acto educativo `es¿ en sí mismo innovador. La innovación no consiste en la mera aplicación de una metodología de actuación, sino que se trata de propiciar la interacción humana que permita que se dé el encuentro interpersonal. De esa interacción surgirán nuevos modos de intervención educativa que podrán considerarse innovadores siempre que, a su vez, estén orientados a mejorar las relaciones interpersonales. Esta forma de entender la educación constituye un nuevo modelo educativo que replantea tanto el lugar que ocupan la competencia y sus logros (productos alcanzados) como el papel que juega el educador, y las competencias curriculares, pasan de ser un fin a un medio para alcanzar los objetivos educativos de desarrollo personal.
Se analizan los requisitos antropológicos y psicológicos necesarios para que se dé la innovación tanto en el acto educativo como en los actores que participan en él, a partir del pensamiento de autores como Leonardo Polo y Erik H. Erikson. Según Polo, la persona innova gracias a que es libre, co-existente, capaz de un conocimiento personal y de crecer en el amor. Erikson plantea los siguientes presupuestos psicológicos para que se dé la innovación: que la persona viva la experiencia de la confianza básica por la cual se puede fiar de los otros y del mundo en general, que experimente el deseo de desarrollar su autoría asumiendo las intenciones del otro y que la transformación del mundo que se propone como innovadora se supedite a la intensificación de las relaciones personales. Se considera que todos estos requisitos acontecen en el contexto de la interacción humana, pero no en cualquier interacción sino en aquella que busca el encuentro interpersonal. Se defiende que la innovación no es algo externo que se `lleva¿ al aula, sino que se `da¿ en el aula, es decir, el acto educativo `es¿ en sí mismo innovador. La innovación no consiste en la mera aplicación de una metodología de actuación, sino que se trata de propiciar la interacción humana que permita que se dé el encuentro interpersonal. De esa interacción surgirán nuevos modos de intervención educativa que podrán considerarse innovadores siempre que, a su vez, estén orientados a mejorar las relaciones interpersonales. Esta forma de entender la educación constituye un nuevo modelo educativo que replantea tanto el lugar que ocupan la competencia y sus logros (productos alcanzados) como el papel que juega el educador, y las competencias curriculares, pasan de ser un fin a un medio para alcanzar los objetivos educativos de desarrollo personal.
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