El contexto escolar y la vulnerabilidad del alumno con alto potencial intelectual : una experiencia mexicana
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2016Publicado en:
Revista de educación inclusiva. 2016, v. 9, n. 2 ; p. 225-244Resumen:
Los estereotipos históricamente arraigados que caracterizan al sujeto con alta capacidad intelectual como aquel con sentido de excelencia y éxito académico, aunado a las imprecisiones y desacuerdos que existen sobre su conceptualización, derivan en el diagnóstico equivoco de condiciones como el déficit de atención con hiperactividad, el autismo, el trastorno específico de aprendizaje o el trastorno desafiante oposicionista, entre otros. Los modelos de atención de los que hoy da cuenta la literatura, se sustentan en una de las dos posturas dominantes: La primera, proveniente de los trabajos de Terman (1925), basada en la medida cuantitativa de dos desviaciones arriba de la media destacada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la segunda que maneja la alta capacidad como sinónimo de talento. Esta última representa el referente para la atención a los alumnos con ¿aptitudes sobresalientes¿ en el sistema educativo mexicano. En este marco, se descuida a una población escolar que a pesar de contar con gran capacidad para aprender, memorizar, realizar abstracciones y ser creativos para elaborar estrategias de solución a problemas sociales y existenciales, presenta un inconstante o bajo rendimiento escolar; y que al no ver satisfechas sus necesidades e intereses particulares, se colocan en situación de vulnerabilidad y riesgo escolar y social.
Los estereotipos históricamente arraigados que caracterizan al sujeto con alta capacidad intelectual como aquel con sentido de excelencia y éxito académico, aunado a las imprecisiones y desacuerdos que existen sobre su conceptualización, derivan en el diagnóstico equivoco de condiciones como el déficit de atención con hiperactividad, el autismo, el trastorno específico de aprendizaje o el trastorno desafiante oposicionista, entre otros. Los modelos de atención de los que hoy da cuenta la literatura, se sustentan en una de las dos posturas dominantes: La primera, proveniente de los trabajos de Terman (1925), basada en la medida cuantitativa de dos desviaciones arriba de la media destacada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la segunda que maneja la alta capacidad como sinónimo de talento. Esta última representa el referente para la atención a los alumnos con ¿aptitudes sobresalientes¿ en el sistema educativo mexicano. En este marco, se descuida a una población escolar que a pesar de contar con gran capacidad para aprender, memorizar, realizar abstracciones y ser creativos para elaborar estrategias de solución a problemas sociales y existenciales, presenta un inconstante o bajo rendimiento escolar; y que al no ver satisfechas sus necesidades e intereses particulares, se colocan en situación de vulnerabilidad y riesgo escolar y social.
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