Los métodos didácticos utilizados en la Universidad de Salamanca clásica
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1994Published in:
Aula : revista de pedagogía de la Universidad de Salamanca. 1994, v. 6 ; p. 45-60Abstract:
La meta que se proponía la Universidad era la búsqueda de la verdad, utilizando los sistemas docentes medievales que se condensaban en légère, repetere et disputare y que habían dado lugar a tres métodos didácticos muy difundidos, que eran la lección, la relección o repetición y las disputas. Las lecturas podían ser ordinarias, que eran las lecciones magistrales impartidas por los catedráticos de propiedad y versaban sobre las partes más importantes de los libros comentados o leídos; y extraordinarias, que eran llevadas a cabo por bachilleres como método de ensayo para futuras docencias y versaban sobre partes menos importantes. Los catedráticos tenían que leer viva voce y en latín, no podían hacerlo por cartapacio, cuaderno ni papel alguno, al igual que no se les permitía dictar, convirtiéndose este último punto en una de las mayores pesadillas de los profesores. Las disputas o conclusiones eran un ejercicio de dialéctica, cuyo «mayor aprovechamiento es el ejercitarse en argüir y responder» -como rezan los estatutos además de ser un buen método para memorizar y asimilar los temas estudiados. Todos los catedráticos estaban obligados a «repetir» una vez al año, esto es, a pronunciar una conferencia solemne y magistral a toda la Universidad sobre algún tema interesante y de actualidad de su facultad correspondiente. Era un excelente medio de obligar al profesorado a mantener una constante preparación, formación, actualización y profundización intelectual. También estaban obligados a «repetir» aquellos bachilleres que aspiraban al grado de licenciado. La razón era la de obtener «información de sufficiencia» del bachiller.
La meta que se proponía la Universidad era la búsqueda de la verdad, utilizando los sistemas docentes medievales que se condensaban en légère, repetere et disputare y que habían dado lugar a tres métodos didácticos muy difundidos, que eran la lección, la relección o repetición y las disputas. Las lecturas podían ser ordinarias, que eran las lecciones magistrales impartidas por los catedráticos de propiedad y versaban sobre las partes más importantes de los libros comentados o leídos; y extraordinarias, que eran llevadas a cabo por bachilleres como método de ensayo para futuras docencias y versaban sobre partes menos importantes. Los catedráticos tenían que leer viva voce y en latín, no podían hacerlo por cartapacio, cuaderno ni papel alguno, al igual que no se les permitía dictar, convirtiéndose este último punto en una de las mayores pesadillas de los profesores. Las disputas o conclusiones eran un ejercicio de dialéctica, cuyo «mayor aprovechamiento es el ejercitarse en argüir y responder» -como rezan los estatutos además de ser un buen método para memorizar y asimilar los temas estudiados. Todos los catedráticos estaban obligados a «repetir» una vez al año, esto es, a pronunciar una conferencia solemne y magistral a toda la Universidad sobre algún tema interesante y de actualidad de su facultad correspondiente. Era un excelente medio de obligar al profesorado a mantener una constante preparación, formación, actualización y profundización intelectual. También estaban obligados a «repetir» aquellos bachilleres que aspiraban al grado de licenciado. La razón era la de obtener «información de sufficiencia» del bachiller.
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