Con las tecnologías digitales, las imágenes han cambiado de estados son colectivas, activas, interactivas, únicas, ubicadas (dependientes del contexto espacio y temporal), imposibles de registrar, seguir o detectar. Posiblemente, este cambio no sea sólo funcional sino también ontológico: las imágenes ya no son imágenes. Las nuevas generaciones, llamadas bit o zapping, no «ven» imágenes sino que interactúan con realidades. La imagen ya no es la réplica visual de algo en sí misma. Se reflexiona sobre este nuevo estatus de lo visual y sobre la cultura y la comunidad que se construye como consecuencia, las que el sistema educativo debe ayudar a modelar.
Con las tecnologías digitales, las imágenes han cambiado de estados son colectivas, activas, interactivas, únicas, ubicadas (dependientes del contexto espacio y temporal), imposibles de registrar, seguir o detectar. Posiblemente, este cambio no sea sólo funcional sino también ontológico: las imágenes ya no son imágenes. Las nuevas generaciones, llamadas bit o zapping, no «ven» imágenes sino que interactúan con realidades. La imagen ya no es la réplica visual de algo en sí misma. Se reflexiona sobre este nuevo estatus de lo visual y sobre la cultura y la comunidad que se construye como consecuencia, las que el sistema educativo debe ayudar a modelar.
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