¿Debemos aprender el latín?
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Fecha:
1957Publicado en:
Revista de educación. 1957, n. 58 ; p. 33-34Resumen:
Lo primero que hay que decidir es si la lengua latina forma parte del conjunto de enseñanzas que deben hoy día transmitirse a un joven. O dicho de otro modo, si el latín es un elemento necesario en el acervo de la cultura actual. Una gran mayoría pensaría que no al ser una lengua muerta. Seguiría pensando que el mundo clásico está pasado y superado y que lo valioso de aquel mundo ha sido recogido y absorbido por el mundo moderno, a través de los cristianos y árabes. El defensor del latín dirá que no se aprende latín o griego para traducirlo, ni inglés o francés, sino para entenderlo. No es un contratiempo que el hombre haya inventado varios idiomas, sino la realidad de su riqueza anímica. Las grandes lenguas son el depósito del espíritu, que guarda las grandes revelaciones de la realidad. Por ello, el latín y el griego son asignaturas fuertes en el bachillerato, que han de estudiarlo pocos. Pero la supresión del latín en el bachillerato le dejaría, como ciencia, encerrado en una verdadera campana neumática. Se ahogaría y perecería. Esto no les importaría a sus detractores, pero si a sus defensores.
Lo primero que hay que decidir es si la lengua latina forma parte del conjunto de enseñanzas que deben hoy día transmitirse a un joven. O dicho de otro modo, si el latín es un elemento necesario en el acervo de la cultura actual. Una gran mayoría pensaría que no al ser una lengua muerta. Seguiría pensando que el mundo clásico está pasado y superado y que lo valioso de aquel mundo ha sido recogido y absorbido por el mundo moderno, a través de los cristianos y árabes. El defensor del latín dirá que no se aprende latín o griego para traducirlo, ni inglés o francés, sino para entenderlo. No es un contratiempo que el hombre haya inventado varios idiomas, sino la realidad de su riqueza anímica. Las grandes lenguas son el depósito del espíritu, que guarda las grandes revelaciones de la realidad. Por ello, el latín y el griego son asignaturas fuertes en el bachillerato, que han de estudiarlo pocos. Pero la supresión del latín en el bachillerato le dejaría, como ciencia, encerrado en una verdadera campana neumática. Se ahogaría y perecería. Esto no les importaría a sus detractores, pero si a sus defensores.
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