Diversidad, igualdad y diferencia
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2000Publicado en:
Cuadernos de pedagogía. 2000, n. 293, julio-agosto ; p. 14-17Resumen:
Se aborda el tema del porqué en los centros educativos muchos alumnos se declaran desertores de aula, y se trata desde una perspectiva comprensiva prestando especial atención a la diferenciación sexual. La igualdad no está reñida con la diferencia ni con la diversidad, al contrario, cuando no se reconocen las diferencias femenina y masculina y no se ve la diversidad como riqueza sino como una amenaza, un estorbo o un motivo de inquietud para poder enseñar bien, se produce el conflicto, que a veces se convierte en violencia. Educar es pues un acto de relación entre dos personas con grandes diferencias de edad y de saber, donde quien enseña asume la responsabilidad de ayudar a crecer a quienes aprenden. Desde el comienzo de la vida, sobre los niños prevalece la autoridad femenina representada por el papel de la madre, quien bajo cualquier condición y circunstancia es capaz de enseñar a hablar a sus hijos. Reconocer el sentido que posee lo femenino en la educación supone una garantía para todas las partes implicadas en el acto educativo.
Se aborda el tema del porqué en los centros educativos muchos alumnos se declaran desertores de aula, y se trata desde una perspectiva comprensiva prestando especial atención a la diferenciación sexual. La igualdad no está reñida con la diferencia ni con la diversidad, al contrario, cuando no se reconocen las diferencias femenina y masculina y no se ve la diversidad como riqueza sino como una amenaza, un estorbo o un motivo de inquietud para poder enseñar bien, se produce el conflicto, que a veces se convierte en violencia. Educar es pues un acto de relación entre dos personas con grandes diferencias de edad y de saber, donde quien enseña asume la responsabilidad de ayudar a crecer a quienes aprenden. Desde el comienzo de la vida, sobre los niños prevalece la autoridad femenina representada por el papel de la madre, quien bajo cualquier condición y circunstancia es capaz de enseñar a hablar a sus hijos. Reconocer el sentido que posee lo femenino en la educación supone una garantía para todas las partes implicadas en el acto educativo.
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