Pedagogía divina y cooperación humana : la dinámica de la paideia cristiana en los Stromata de Clemente de Alejandría
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2013Publicado en:
Educación XX1 : revista de la Facultad de Educación. 2013, vol. 16, n. 2 ; p. 23-38Resumen:
Uno de los fundadores de la tradición educativa cristiana fue sin duda Clemente de Alejandría. Entre sus obras ocupan un lugar preferente los Stromata, un extenso tratado teológico en el que encontramos numerosas reflexiones pedagógicas. A pesar de su inequívoca importancia, dicha obra tiene escasa presencia en el ámbito de la Historia de la Educación. Se intenta mostrar la profundidad y originalidad de las ideas en ella expuestas, que serían explicitadas por Padres de la Iglesia posteriores, en particular por San Agustín. Tras exponer en qué consiste la santidad ¿meta de la formación cristiana¿, se cuestiona qué agentes contribuyen a ella. Se constata que para el Alejandrino la perfección espiritual es ante todo un don sobrenatural, pero sólo lo reciben quienes se esfuerzan por conocer y seguir a Cristo, imagen viva de Dios. Por esta vía, el creyente puede identificarse con el Padre a través del Logos. Ahora bien, es en el marco de la imitación de Cristo ¿verdadero Dios y verdadero Hombre¿, donde cobra todo su sentido la conquista de las virtudes naturales ¿tanto intelectuales como morales¿, concebidas como la ineludible aportación de cada creyente a su propia santificación.
Uno de los fundadores de la tradición educativa cristiana fue sin duda Clemente de Alejandría. Entre sus obras ocupan un lugar preferente los Stromata, un extenso tratado teológico en el que encontramos numerosas reflexiones pedagógicas. A pesar de su inequívoca importancia, dicha obra tiene escasa presencia en el ámbito de la Historia de la Educación. Se intenta mostrar la profundidad y originalidad de las ideas en ella expuestas, que serían explicitadas por Padres de la Iglesia posteriores, en particular por San Agustín. Tras exponer en qué consiste la santidad ¿meta de la formación cristiana¿, se cuestiona qué agentes contribuyen a ella. Se constata que para el Alejandrino la perfección espiritual es ante todo un don sobrenatural, pero sólo lo reciben quienes se esfuerzan por conocer y seguir a Cristo, imagen viva de Dios. Por esta vía, el creyente puede identificarse con el Padre a través del Logos. Ahora bien, es en el marco de la imitación de Cristo ¿verdadero Dios y verdadero Hombre¿, donde cobra todo su sentido la conquista de las virtudes naturales ¿tanto intelectuales como morales¿, concebidas como la ineludible aportación de cada creyente a su propia santificación.
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