Diversidad y comunidad educativa
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Fecha:
1999Publicado en:
Pedagogía social : revista interuniversitaria. 1999, n. 4, 2ª época ; p. 43-54Resumen:
La diversidad está presente en las familias, las escuelas, los barrios y, sin embargo, la educación en la diversidad sigue siendo una utopía a pesar de los conflictos de identidad existentes entre mayorías y minorías nacionales, étnico-culturales religiosas o entre individuos o grupos de la misma cultura. Hasta hace poco ser diferentes en la escuela significaba requerir de una educación especial o compensatoria, es decir, las diferencias se traducían en términos de deficiencias (discapacitados físicos o psíquicos, déficits de origen socioeconómico, etc.). En los últimos años, la atención a la diversidad se amplía con los programas de interculturalidad, ya sean los elaborados por el MEC o los que han puesto en marcha algunos ayuntamientos como el de Cartagena, debido a la creciente presencia de inmigrantes en la Región de Murcia. Pero a estos ¿otros¿, al igual que a los anteriores, y a la población escolar gitana, se les sigue problematizando, al no tener cuenta sus diferencias socioculturales o considerar éstas como un justificante para su marginación. Lo que aquí se plantea, en primer lugar, es que las diferencias atraviesan a toda la sociedad y que, por tanto, lo lógico sería prevenir desde la escuela todo tipo de exclusiones y, en segundo lugar, que la educación en la diversidad requiere de una democracia cultural que cuente con la participación activa de toda la comunidad educativa en las decisiones curriculares.
La diversidad está presente en las familias, las escuelas, los barrios y, sin embargo, la educación en la diversidad sigue siendo una utopía a pesar de los conflictos de identidad existentes entre mayorías y minorías nacionales, étnico-culturales religiosas o entre individuos o grupos de la misma cultura. Hasta hace poco ser diferentes en la escuela significaba requerir de una educación especial o compensatoria, es decir, las diferencias se traducían en términos de deficiencias (discapacitados físicos o psíquicos, déficits de origen socioeconómico, etc.). En los últimos años, la atención a la diversidad se amplía con los programas de interculturalidad, ya sean los elaborados por el MEC o los que han puesto en marcha algunos ayuntamientos como el de Cartagena, debido a la creciente presencia de inmigrantes en la Región de Murcia. Pero a estos ¿otros¿, al igual que a los anteriores, y a la población escolar gitana, se les sigue problematizando, al no tener cuenta sus diferencias socioculturales o considerar éstas como un justificante para su marginación. Lo que aquí se plantea, en primer lugar, es que las diferencias atraviesan a toda la sociedad y que, por tanto, lo lógico sería prevenir desde la escuela todo tipo de exclusiones y, en segundo lugar, que la educación en la diversidad requiere de una democracia cultural que cuente con la participación activa de toda la comunidad educativa en las decisiones curriculares.
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